Cuando tu papá está en el cielo

Nadie te dice lo difícil que es planear una boda, más que por la logísitca por el cúmulo de emociones que se destapan. Algo así como abrir una cajita de pandora, en donde no sale precisamente lo mejor de uno. El estrés crea a las llamadas Bridezillas y destapa a los mounstros de la economía llamados groomzillos.
Llegas a tener, con aquella persona con la que veías el mundo perfecto, pequeños, no tan pequeños, grandes o muy grandes desacuerdos, pasas de la felicidad al drama… y es así. Son tantas emociones que no sabes controlar.
Aunado a eso, está el sentimiento de dejar tu casa, de separarte de los seres que más amas en este mundo, papá y mamá. Sí, es parte del proceso, pero no muchas personas te explican cómo manejar la separación.
Pero después de la tormenta llega la calma, se acerca el gran día, te visualizas bailando el vals con tu papá, con ese primer amor, quien te dio las bases para aprender a amar. Sabes que fuiste su pequeña princesa, te vio crecer y bailó contigo en otras fiestas, pero nada como ese primer baile, cierras los ojos y está ahí, tomándote de la mano para entregarte al hombre que elegiste para formar tu vida. Todo es felicidad, todo es paz. Te sientes segura, protegida y amada. Desde niñas anhelamos ese baile especial, porque no hay nada como ese momento, porque nunca dejarás de ser su pequeña.
Abres tus ojos y descubres que ahora este sueño no es tu realidad, tu papá se ha ido al cielo, así sin más, estás en medio de una lluvia de emociones y pasas de la alegría al llanto en cuestión de segundos. No sabes qué sentir… has encontrado el amor y estás feliz de compartir tu alegría con el mundo, pero no puedes contener las lágrimas sólo de imaginar que no caminará contigo al altar, que no será su mano la que te entregue al hombre de tu vida.
Tus seres queridos tratan de animarte diciéndote que estará ahí, buscas incansablemente ideas y formas de hacerlo presente, pero nada de eso te llena, porque está el vacío de su ausencia, porque te gana la razón, la necesidad de verlo físicamente, de abrazarlo y bailar con él ese día, de tener completo tu cuento de hadas.
Querida novia, tienes razón, nada cubrirá su ausencia, pero en el fondo de tu corazón, sabes que papá jamás se perdería ese día. Dios tramita un permiso especial a los papás de las novias para que bajen a abrazarlas, en un sueño, en su deseo más profundo… ahí está, ahí estará, aunque sea imposible de ver, sé que en cada momento sentirás su aroma, sus brazos fuertes que te levantaron en cada caída, los mismos que te abrazaban para compartir las alegrías.
Porque los papás nunca nos abandonan, aunque no los podamos ver. Ese día tan especial, debemos darle una sonrisa al cielo, alzar los brazos y decirle cuánto lo amamos. Estoy segura, que lo recibirá con el mismo amor que cuando estaba en la tierra.

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