Es cierto, quizás este espacio tiene el 80% de cosas tristes, pero hoy no es una de ellas, aunque para ser sincera siento un poco de nostalgia. Cada cierre de año se siente ese espacio de saber que se deja atrás una etapa. Me pregunto cuánto he madurado este año. Ha sido uno de los más pesados de mi vida, pero también de esos que dejan huella y regeneran el alma.
Siento que comienzo a sanar lentamente, mi corazón sonríe y late al ritmo de una canción de amor, la más cursi, la más tierna. Una vez más vuelvo a redefinir quién soy y quien no quiero volver a ser jamás.
Dicen que lo que no te mata te hace más fuerte. Y aquí estoy, a 10 pasos de subir al tercer piso... más sabia, más fuerte, más humilde.
Agradezco a Dios por cuidar mis pasos y velar mis sueños, por hacerme entender que sus planes siempre son mejores que los míos.

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