Y poco a poco voy descubriendo un amor maduro.

Ese amor que no es un cuento de hadas, ni que comienza con el hombre "malo" que se enamora y se convierte en "bueno". Toda mi vida he perseguido a aquel Gabriel que necesita redimirse. Pero cuando dejé de basar mi vida en novelas y cuentos de hadas, descubrí que hay algo más profundo... el amor real existe.

El amor real, aquel que no se basa en tener al hombre perfecto que te manda flores cada día, ni que hace la reservación romántica en el restaurante más caro, sino que es aquel que te da la mano y camina contigo, que busca tu seguridad física y emocional, que te entiende sin gritos ni dramas. Que acepta y es capaz de pedir perdón, que reflexiona y te abre su corazón.

Esa persona que te esucha y que te abraza, que pregunta antes de reaccionar, que demuestra en vez de hablar. Que te deja ser libre y auténtica, que te respeta por sobretodas las cosas. Que no te endulza el oído para obtener lo que quiere, sino que va paso a paso y con pequeños detalles.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Piropos para nadadores

... compartiendo barbies