Damián

Por primera vez y después de tantos años, contaré el misterio de cuando mi corazón se sintió enamorado por primera vez.
Cuando eres niña la vida es dura, quizás más que de adulta, ya que muchas veces no tienes los recursos para actuar de la mejor manera y aprendes a lidiar con tu vida a ensayo y error.
Damián, mi primer amor platónico a escondidas y que dudo mucho que lo recuerde.
Lo que para mí marcó parte de mi adolescencia, para él fue sólo un abrir y cerrar de ojos.
Aquellas noches que pasé llorando, deseando que se diera cuenta, y aquellos días que pasé ocultando toda evidencia para que nunca supiera que, una adolescente pensaba que lo amaba (como si realmente pudiera comprender el significado de la palabra).
Esperaba cada tarde a la salida del colegio, una mirada, una sonrisa... Recuerdo la primera vez que llamó a mi casa, nunca sabré cómo consiguió mi teléfono... Mi voz nerviosa, confundida... ¿será una broma? ¿será real? Aquella vez cambió el color del cielo, se iluminó mi mundo de adolescente ingenua.
Lo vi cambiar de novia en novia, hasta verlo enamorarse de mi mejor amiga. Llevarle aquel regalo de san valentín que mi corazón habría deseado que fuera para mí. Aquella cajita rellena de algodón y en el centro un corazón que latía al oprimirlo, rellena de chocolates por todos lados. ¿Podría ser más lindo? Pero hay un mandamiento que dice... no desearás al novio de tu mejor amiga. Esa tarde traté de contener mi voz quebrada, las lágrimas a punto de brotar y de pegar con cinta los pedazos de mi corazón roto, que definitivamente no venía en esa caja.
Seguir sus juegos de fut, sus notas, sus sueños. Guardar la envoltura de una goma de mascar, guardar bajo llave el acta de matrimonio de una kermesse y llorar por la traición de una apuesta que redujo considerablemente mi autoestima.
Soñar cada día con un beso, sentarme diariamente durante un mes, el único mes que duró nuestra relación telefónica, a esperar su llamada.
Es difícil ser adolecente, fue difícil tener un damián de recuerdo, porque inconscientemente, a partir de ahí, comenzaron los patornes de un amor intermitente.

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