La historia de un héroe



Hoy les compartiré la historia de un hombre que ayer volvió a ser mi héroe.

Cuando eres pequeño, papá y mamá son los héroes de tu infancia, al menos en la mayoría de los casos. Los ves como mortales invencibles que resuelven todas tus necesidades y problemas, te curan la herida provocada por los dragones invencibles con un curita y a veces, cuando te portabas mal, jugaban espaditas con la chancla, en donde siempre salías perdiendo.

Yo tenía un superman, con muchos poderes, tenía el poder de hacerme grandota cuando me sentaba en su hombro. Me contaba historias y sueños, hasta que un día... superman murió. En su lugar encontré a aquel hombre despojado de la vida y deseoso de la muerte, gris, violento, solitario... ya no sonreía. Ahora parecía preso de aquellas rejas de metal a las que a mí me gustaba llamar hogar. Su vida estaba en el pasado y en sus recuerdos, no era aquél heroe de mi infancia. Comencé a aprender que la única forma de amar, era a través de las discusiones, pues cada día escuchaba la misma historia. Entre el yo y el tú, encontró a su principal enemigo, sí mismo, pero tenía la idea de que su archienemigo tenía otro nombre, mi madre.

Poco a poco y con ayuda de Dios, me di cuenta de que amar no era igual a no escuchar, a centrarse en uno mismo y a no preocuparse por los demás. Pero Dios escuchó mi voz y en su sabiduría infinita, la compartió con aquel hombre. Le prometió que le daría un super poder, algo especial que lo ayudara a encontrarse con ese héroe. Le dio un corazón más grande de lo normal, pero como todo poder, tenía una gran responsabilidad, la responsabilidad de cuidarlo. Ése poder, a los doctores les pareció un problema, por lo que le diagnosticaron una enfermedad delicada, que si no atendía a tiempo, lo dejaría sin nada.

Le tomó tiempo entender lo que Dios trataba de decirle, hasta que un día lo comprendió. Comenzó a vivir nuevamente, empezó a probar nuevos sabores, a darse cuenta que la vida es más que sólo resentimientos, y volvió a mí, convertido en aquel padre que yo tanto deseaba.

Gracias Dios, por devolverme a mi padre.

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