Mami

Mami, hoy quiero decirte que no me cabe en el pecho la alegría de ser tu hija. Que estoy tan orgullosa de tenerte como madre, de ver todo lo que te preocupas por los demás, cómo te entregas en extremo, sin límites. Amas como Dios nos enseñó a amar, y yo tengo en ti, el ejemplo perfecto del amor del Padre.
Siempre llevo tus palabras en mi pecho y en mi mente, y no importa en qué lugar esté, porque tú estás conmigo, en cada enseñanza, en los valores que me inculcaste, por eso siempre voy segura, porque las oraciones que rezas por mí, me protegen.
Mamita, te amo, te amo con todo y tus miedos, tus angustias que muchas veces me parecen injustificadas, sé que cuando sea madre te voy a entender, pero tú ya fuiste hija, y espero que como hija me comprendas, que llegó el momento de hacer mi vida, y seguir mi camino, siempre iluminada con tus enseñanzas y con la sabiduría de Dios.
Gracias por ser mi luz, mi guía, mi heroína de cuentos de castillos y dragones, mi contadora oficial de historias antes de dormir, y mi despertador con tus suaves besos y palabras llenas de ternura.

Tu pequeña, ya nada pequeña – Viole. 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Piropos para nadadores

Recuerdo de un sueño bizarro…