Pero al que le gusta sufrir, pone su corazoncito en charola de plata, en el piso, sobre la alfombra roja antes de que empiece el baile. ¿Qué no sería más fácil amar a esa persona que se agacha, lo toma entre sus manos y cura sus heridas? Ya no se vale llorar, ya se acabó el tiempo.
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